Mitos sobre las medicaciones

¿Me van a mandar la vitamina para que se le cierre el agujero de la cabeza?

En la primera revisión del recién nacido el pediatra receta la vitamina D, que el bebé tomará hasta los 12 meses de vida a una dosis de 400 UI/día o hasta que consuma 1 litro de leche diaria en caso de lactancia artificial. Los padres suelen relacionar la toma de esta medicación con el cierre de la fontanela, pero su función va mucho más allá.

Esta vitamina, que el cuerpo es capaz de generar por sí misma, suele ser deficitaria en los primeros meses de vida, ya que, por un lado, lactancia materna contiene escasa cantidad y, por otro lado, el bebé no se expone al sol directamente el tiempo suficiente para poder permitir su síntesis, necesitando administrarla de modo exógeno.

Su función es regular los niveles de calcio en sangre, ya que está implicada en su absorción intestinal. Con ello, se facilita el correcto desarrollo de los huesos, entre ellos el cráneo y, por ende, el cierre “del agujero de la cabeza” (la fontanela).

Hemos de tener en cuenta que el cierre de la fontanela puede retrasarse hasta que el niño tenga un año y medio de vida, pero esto no implica que necesitemos prolongar la toma de la vitamina hasta esa edad. Una vez que el niño supera los 12 meses de edad suele estar ya más tiempo expuesto al sol y es capaz de generar la vitamina D por sí mismo, aparte de que ya suele superar el litro de leche ingerido al día, de modo que no es preciso que se la aportemos desde fuera.

Por tanto, podemos concluir que la función de la vitamina D va más allá del cierre de la fontanela, y que, superados los 12 meses, aunque no se haya cerrado completamente, no tenemos que seguir administrándola durante más tiempo. (1)


Como le molestaban los dientes, le he frotado las encías con Apiretal©

Una creencia bastante extendida es la aplicación del paracetamol tópico en las encías cuando le están saliendo los dientes al niño, en lugar de dárselo a beber.

Esta práctica resulta inútil puesto que dicho fármaco está formulado para ser ingerido y comenzar su efecto una vez absorbido en el intestino y distribuido por el organismo, ya que no funciona como una crema o pomada cuyo efecto radica sobre la zona sobre la que es aplicado.

Del mismo modo que si a nosotros nos duele la cabeza no nos frotamos nada por la frente, sino que ingerimos una pastilla, este fármaco funciona de la misma manera y sólo obtendremos beneficio si el niño se lo toma.

En estos casos, una medida tópica que podemos utilizar es un mordedor, que fresquito por haberlo metido previamente en el congelador, al contactar con la encía, puede resultar agradable para el niño al disminuir la inflamación existente; del mismo modo que haríamos si nos damos un golpe y nos colocamos hielo envuelto en un trapo en la zona afectada.

Como conclusión, podemos extraer que siempre administraremos el paracetamol por vía oral, como un jarabe, y no aplicado tópicamente.

Yo no le doy ningún medicamento hasta que lo vea el médico

Hemos visto campañas publicitarias advirtiendo de los peligros de la automedicación, sobre todo en el uso indiscriminado de antibióticos para infecciones víricas, donde además de ser ineficaces, facilitan la aparición de múltiples resistencias.

Todos estamos de acuerdo, o deberíamos estarlo, en que hay muchas medicaciones que no deberían poder ser retiradas de la farmacia sin prescripción médica, por los inconvenientes que puede tener su uso indiscriminado. Por otro lado, tenemos otros medicamentos que no precisan receta médica para su retirada y que utilizamos con más frecuencia, generalmente analgésicos y antitérmicos, como paracetamol o ibuprofeno.

Este tipo de medicamentos, utilizados con las pautas adecuadas y por cortos períodos de tiempo, no generan mayores inconvenientes, y son de utilidad para los cuadros más banales y frecuentes que los niños padecen, desde un dolor de garganta, cabeza u oído hasta la presencia de fiebre.

En la primera consulta del recién nacido o cuando se acude por cualquier otra patología, se debe consultar con el pediatra el modo de administración de este tipo de medicamentos, para futuras ocasiones en las que sea preciso tomarlas y, de ese modo, no requerir la intervención del médico, situación que reservaremos para cuando el niño presente otro tipo de patologías o precise de otras medicaciones distintas a éstas.

Como conclusión, podemos decir que para patologías banales, como las antes descritas, no hay ningún inconveniente en administrar al niño los analgésicos/antitérmicos habituales (ibuprofeno y paracetamol), con las dosis y duración indicadas previamente por el pediatra.

Bibliografía

1. Galbe Sánchez-Ventura J, Grupo PrevInfad, Sánchez-Ventura JG. ¿Son necesarios los suplementos de vitamina D? [Internet]. Familia y salud. 2016

. Disponible en: http://www.familiaysalud.es/medicinas/farmacos/suplementos-y-vitaminas/son-necesarios-los-suplementos-de-vitamina-d